¿QUE ES CEMEDETE?


         En el año 1967, un grupo de profesionales (Médicos, psicólogos, pedagogos, logopedas, psicomotricistas,…) dirigidos por el Dr. José Moyá Trilla, se reúne en torno a un ideal médico, psíquico y pedagógico que pretende optimizar el desarrollo de l@s niñ@s distintos.

          Aquel grupo de soñadores fueron los creadores de lo que hoy se conoce como Método CEMEDETE.

          El Método CEMEDETE aborda la problemática de los niños distintos desde la estructura de identidad personal del sujeto y su evolución a través del desarrollo, y no desde la de su diagnóstico clínico y su identidad colectiva.

          Esta identidad se define en diecisiete niveles los cuales configuran el desarrollo básico del ser humano. Estos a su vez se agrupan en cinco grandes etapas:

-         Etapa Neonatal: Compuesta por los niveles I, II y III
-         Etapa de Suelo: Niveles IV, V, VI, VII y VIII
-         Etapa de Bipedestación: Niveles IX, X y XI
-         Etapa de Monopedestación: Niveles XII, XIII y XIV
-         Etapa de Lateralización: Niveles XV, XVI y XVII.

          En cada una de estas etapas se analizan seis parámetros que definen el nivel de desarrollo del niño: Tono neuromotor; psicomotricidad y praxis (protopática y epicrítica); percepción y gnosis; ritmo – inhibición y control; comunicación y lenguaje; capacidad de adaptación.

          A través de estos parámetros no sólo observamos lo que el niño “hace” o “no hace” sino el porqué lo hace o no lo hace. Es por ello que el parámetro de adaptación tiene una importancia relevante en la valoración clínica del diagnóstico educativo. ¿Hasta que punto los parámetros que medimos coinciden en armonía con el conocimiento que tiene el niñ@ de sí mismo, es decir, con su estructura de identidad? Esta es nuestra tarea diagnóstica que realizamos interpretando los resultados del examen de niveles.

          El objetivo de los profesionales que seguimos el Método CEMEDETE es la construcción de un proyecto educativo unipersonal en el que se potencien las capacidades del niñ@ en pos del desarrollo optimo de todos los potenciales de un ser humano en armonía consigo mismo y con su entorno.

          ¿CÓMO APRENDEMOS A DESARROLLAR LA CAPACIDAD PARA SER HUMANOS EN ARMONÍA?

          El ser humano necesita tener una estructura neurobiológica  sobre la que se desarrollará su estructura mental. Cuando su estructura biológica es genéticamente sana las posibilidades de desarrollar un ser humano armónico e integrado socialmente son muchas, dentro de las diferencias personales y particulares de cada individuo. Cuando la estructura biológica o la estructura psicosocial no tienen una base sana y normal, es cuando hablamos de los niñ@s distint@s.

          ¿Qué es un niñ@ distint@? Un niño distinto es el que no hace lo que sus modelos esperan que haga o hace lo que sus modelos no esperan que haga. Esto dará lugar a un espacio coloquial familiar disarmónico que el niño captará a través de las vías intersubjetivas de comunicación transferencial.

          En nuestra experiencia personal sobre el desarrollo de niñ@s distint@s hemos de partir, muchas veces, de situaciones desfavorables desde el punto de vista de su estructura neurobiológica (lesión cerebral, alteraciones genéticas, trastornos sensoceptivos,...) lo cual dificultará el desarrollo de sus capacidades biológicas y como consecuencia también se afectará el desarrollo de las funciones de tipo psíquico y su integración social.

          Frente a estas situaciones, la propuesta de intervención del Método CEMEDETE para abordar el desarrollo de los niñ@s distint@s, tiene en cuenta los siguientes puntos:

1.- Hacer un diagnóstico clínico para determinar las afectaciones neurológicas y sus consecuencias.
2.-  Hacer un diagnóstico de posición evolutiva para establecer el nivel de desarrollo que presenta el niñ@, según la Teoría de Niveles armónicos del desarrollo (Método CEMEDETE).
3.- Conocer el parentograma familiar y enclave psicoafectivo donde el niñ@ convive.
4.- Elaboración de un programa terapéutico educativo basado en la aplicación de técnicas de activación armónica según el método CEMEDETE. Este programa se aplicará según cada caso y situación particular.

          Una parte importante de los éxitos cosechados, a lo largo de los muchos años de aplicación del método Cemedete, radica en la aplicación de un programa terapéutico que permita desarrollar las capacidades del niñ@ y le permita “hacer” lo que por naturaleza era poco probable que alcanzara en su desarrollo (moverse, hablar, leer, escribir,…).

          La otra parte es mucho más sutil pero sin embargo tanto o más importante que la primera porque una cosa es tener la capacidad y otra la forma de utilizarla.
“EL DESARROLLO DE LA IDENTIDAD

          En CEMEDETE no sólo queremos que nuestr@s niñ@s hagan y aprendan cosas sino que  todos los aprendizajes que van adquiriendo sean la consecuencia de una identidad en la que se modifica progresivamente la del niñ@ incapaz e inválid@ que depende de su entorno y se adquiere la de adulto que cree en sí mismo, que busca, que desea y que lucha por asumir la identidad de los adultos de su entorno que se le ofrecen como modelo.

          Para ello es importante las expectativas del entorno en el que convive y se desarrolla el niñ@, es decir, la confianza y la fe que los educadores trasmiten en la relación diaria y personal con él o ella. Ya que no sólo es importante que el niñ@ “pueda hacer” sino que “quiera ser”.

          La conducta debe ser la consecuencia de un modo de entender la vida y a sí mismo y por ello la aplicación práctica de la metodología CEMEDETE pasa por la implicación personal y emocional de todos los educadores en la vida del niñ@.

          Tal y como tuvimos el placer de comunicar durante las I Jornadas de Discapacidad en Ceuta, el cúmulo de experiencias personales y profesionales que han marcado nuestras vidas y las vidas de nuestr@s niñ@s se ha fraguado en una situación personal y afectiva donde lo que nosotros llamamos espacio coloquial constituye el punto de partida para cualquier intervención terapéutica.

          ¿Cómo construimos el Espacio Coloquial? Para ello lo más importante es contar con la presencia física del adulto y la intención de buscar un espacio comunicativo y de dialogo con nuestro interlocutor. Si nuestro interlocutor es un bebé, aplicaremos técnicas de maternaje y cachorreo donde el contacto físico, las caricias, las cosquillitas, las nanas, susurros y grititos favorecerán la búsqueda de miradas, la sonrisa, el pataleo,… A través de las sensaciones construimos vivencias de gran contenido emocional creando un vínculo afectivo positivo entre bebé-terapeuta. Este vínculo afectivo positivo se apoya en la comunicación intersubjetiva  mediante la cual el adulto entra en la mente del bebé ofreciéndose como modelo y como interlocutor en su diálogo. Si nuestro interlocutor es un/a niñ@ utilizaremos la técnica del juego libre posibilitando que el/la niñ@ pueda expresar sus capacidades a través de sus deseos, sus ilusiones, sus sueños, sus miedos, sus fracasos, sus frustraciones. Y todo ello sabiéndose y sintiéndose aceptado en lo que es, en lo que vive, en lo que siente, en lo que piensa y percibiéndolo a través de la comunicación intersubjetiva por lo que es absolutamente necesario e imprescindible la entrega leal y total de la identidad del educador (adulto de referencia).

          En los programas terapéuticos de CEMEDETE se tiene en cuenta si el niñ@ no sabe hablar o no pronuncia bien, si el niñ@ realiza sus movimientos de forma torpe e imprecisa, si es disperso, si no ve, si no oye, si no atiende, tampoco importa si aún no dispone de la capacidad para encontrar las frecuencias que le permitan establecer un diálogo comunicativo con el otro; pero lo verdaderamente importante es ilusionarle y darle motivos para que quiera ser aquel que le proponemos.

          Disponemos de la Técnica suficiente para resolver muchos de los trastornos y problemas que presentan l@s niñ@s que acuden a nuestra consulta, sin embargo nuestra experiencia nos demuestra que sólo en aquellos casos en los que hemos sabido trasmitir a l@s niñ@s un modelo de identidad hemos logrado el objetivo básico de nuestras intervenciones terapéutico-educativas. Por el contrario, cuando no hemos sabido trasmitir un modelo de ser, el niñ@ se ha quedado en la pura conducta, ha aprendido a hacer cosas pero sus actos no son el reflejo del contenido de sus pensamientos, es decir, sabe y puede hacer cosas (conductas) pero estos actos conductuales no son el resultado de un modo de ser sino de un hábito de comportamiento que no define en absoluto la identidad del ser que la produce.

          El Método CEMEDETE parte de la base de que la genética es necesaria e imprescindible para el ser humano, pero no suficiente para determinar el desarrollo alcanzado por el sujeto, sirva como ejemplo el caso de “El niño salvaje de Aveyron”.

          Para los seres humanos no es suficiente disponer de un programa genético sino que además necesitamos recibir la impresión psicológica de un modelo humano. Y para ello no hay más técnica que la de la presencia física y mental a través de la comunicación intersubjetiva, la entrega personal, la aceptación sin medida y el amor; sirva como ejemplo “El milagro de Anna Sullivan”.

          Han sido las indicaciones y enseñanzas de mi maestro Dr. José Moyá Trilla y los niñ@s con los he tenido el privilegio de compartir espacios, tiempos y diálogo, quienes me han ido enseñando todo lo que hoy se. Han sido ellos los que me han enseñado a escuchar, atender, esperar y a ser consciente de la importancia de crecer en un ambiente interactivo de amor. Un amor que tiene poco que ver con las novelas rosa de príncipes y princesas, y donde amar es darse a sí mismo, ofrecerse cada día al otro dejando tu vida en él, ofrecerle no sólo tus miradas sino las intenciones e invitarle a “pasearse” por nuestros sentimientos y pensamientos para ser el espejo donde él se mire y se proyecte hacia el modelo que tu eres y le ofreces; un modelo que señala los límites, de todo aquello que aleja al niñ@ de su modelo armónico como persona.

          Por lo tanto en nuestra activación hay motivos pero también hay límites y por lo tanto reprensión, frustración, rechazo y castigo de todo lo que no pertenezca a la armonía del modelo.

          De nada sirve tener la capacidad sino haces uso de ella y por muchas capacidades que pudiera tener el niño salvaje de Aveiron nadie las desarrolló, nadie creyó en él, nadie lo amó, nadie se comunicó con la intención de ofrecerse.

          Sin embargo Hellen Keller disponiendo de unas capacidades limitadas a causa de una encefalitis vírica, que le produjo sordera y ceguera totales encontró a Anna Sullivan, la cual se ofreció como modelo y le ofreció su vida demostrándonos a todos los educadores que el milagro es posible y que un cerebro alterado puede llegar al pensamiento y como consecuencia a la existencia de ser humano inteligente, armónico y social.






Adelina Barbero Castillo. Psicóloga especialista en Método CEMEDETE